La hiperactividad que frecuentemente va unida al TDA, es uno de los trastornos más frecuentes y, así, entre un 3% y un 5% de los niños escolarizados lo padecen. Estos niños suelen ser inquietos, impacientes, impulsivos, incapaces de centrarse en finalidades concretas y despistados. Todo ello se traduce de forma general en una falta de obediencia hacia los mayores y en que parezca que no oyen las órdenes y, por ello, plantean múltiples problemas de disciplina.
Los expertos no han llegado a un acuerdo en cuanto a la definición de este fenómeno, aunque la más aceptada es la que afirma que se trata de un trastorno del desarrollo concebido como un retraso en éste, que provoca una pauta de conducta persistente caracterizada por la inquietud y falta de atención excesivas. Lo normal es que la hiperactividad se presente entre los dos y seis años y que comience a desaparecer a partir de la adolescencia.
Este trastorno suele implicar el fracaso escolar ya que se trata de niños desordenados, descuidados, incapaces de prestar atención en clase, que están en constante e incontrolada actividad, cambiando de tarea continuamente sin dirigir esa actividad a
ningún fin concreto. Además, el hiperactivo tiene una gran dificultad para permanecer quieto y se impacienta constantemente, siendo incapaz de esperar su turno para realizar una determinada actividad. A ello hay que añadir que estos niños interrumpen
las actividades de sus compañeros o de su familia. Por todo ello, el hiperactivo se encuentra con múltiples problemas para relacionarse socialmente por lo que quedan aislados del resto de los niños de su edad.
Por qué aparece.- Aunque la hiperactividad es uno de los trastornos más frecuentes en la infancia, los expertos no han logrado todavía establecer los factores causantes de ésta. Así, la mayor parte de los estudiosos se decantan por afirmar que es causado por un cúmulo de fenómenos entre los que hay que señalar factores biológicos, retraso madurativo, factores pre y perinatales, influencias genéticas y otras variables propias del ambiente del niño. Asimismo, se ha podido comprobar que las alteraciones cerebrales, así como el retraso mental aumentan el riesgo de padecer hiperactividad, aunque no son decisivos para su aparición. Por todo ello, se puede concluir que los efectos de la hiperactividad se encuentran en un contexto en el que interactúan factores psicológicos y ambientales.
Por otro lado, hay que señalar que también se ha apuntado al medio ambiente prenatal, así como a complicaciones surgidas durante el embarazo como posibles causas del trastorno. Asimismo, las complicaciones durante el parto también pueden provocar la hiperactividad. Por su parte, el factor genético adquiere un papel fundamental a la hora de explicar la causa de su aparición y, así, la mayor parte de niños hiperactivos tienen padres que han manifestado durante su infancia algunas de estas conductas.
Cómo evoluciona la hiperactividad.- La hiperactividad es más frecuente en los niños varones, produciéndose en 8 de cada 100, mientras que sólo 2 de cada 100 niñas escolarizadas son hiperactivas. Además, algunos expertos han señalado que en los niños las conductas hiperactivas persisten durante más tiempo. No obstante, se pueden señalar algunas características generales sobre la evolución de este trastorno que comienza con problemas en el sueño, que presenta periodos cortos y despertar sobresaltado, así como trastornos en la comida, resistencia a los cuidados habituales o reacción excesiva ante los estímulos auditivos. Estos síntomas se mantienen hasta los dos años.
A partir de aquí y hasta los tres años se presentan otra serie de síntomas, como la inmadurez en el lenguaje expresivo, una excesiva actividad motora y la escasa percepción del peligro, motivo por el cual estos niños suelen sufrir numerosos accidentes. De los cuatro a los cinco años se empiezan a percibir los problemas para
adaptarse socialmente, así como la desobediencia. A partir de los seis años se hace más patente la impulsividad y la inquietud y es la etapa en la que se produce el fracaso escolar, se aumenta la falta de atención y los comportamientos antisociales.
Aunque la hiperactividad no evoluciona de la misma forma en todos los casos, siempre presenta una serie de cualidades comunes, que son la impulsividad, la inquietud, los comportamientos antisociales y el fracaso escolar. No obstante, los expertos señalan que estos pacientes evolucionan favorablemente a lo largo del transcurso del tiempo, presentando progresivos cambios en su conducta, de manera que los problemas empiezan a desaparecer en la adolescencia y en la vida adulta, aunque está comprobado que, aproximadamente, un tercio de las personas que han sido hiperactivas en la infancia siguen mostrando algunos signos en la edad madura.
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