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Area Médica

 

HOWARD ABIKOFF


Es una autoridad mundial en el estudio de la hiperactividad infantil. Aboga por una mayor formación de padres y maestros para manejar mejor el trastorno.

 

 

A Howard Abikoff (Nueva York, 1945) se le dan bien los niños según confesión propia. Y no sólo porque lleve más de 30 años dedicados al estudio de los menores que padecen Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). También, porque durante todo este tiempo nunca ha perdido el contacto directo con los más pequeños a través de actividades como la que organiza cada verano para niños con graves problemas de comportamiento. «Me gusta seguir de cerca los casos más difíciles po

rque me ayuda a ser honesto, a estar con los pies en el suelo y a saber realmente las dificultades que pueden llegar a tener estos chicos para vivir experiencias satisfactorias tan comunes en otros chavales de la misma edad», explica este profesor de Psiquiatría Infantil de la Universidad de Nueva York y director del Instituto para el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad de esta institución. Su intervención, la semana pasada, en NEO'07, la reunión internacional sobre neurociencias celebrada en Barcelona, abordó los aspectos más controvertidos ligados al manejo del TDAH.

 

 

La hiperactividad es un trastorno de la conducta en niños, descrito por primera vez en 1902 por Still. Se trata de niños que

desarrollan una intensa actividad motora, que se mueven continuamente, sin que toda esta actividad tenga un propósito. Van de un lado para otro, pudiendo comenzar alguna tarea, pero que abandonan rápidamente para comenzar otra, que a su vez, vuelven a dejar inacabada. Esta hiperactividad aumenta cuando están en presencia de otras personas, especialmente con las que no mantienen relaciones frecuentes. Por el contrario, disminuye la actividad cuando están solos.

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1. Acéptelos tal como son, con sus excentricidades y todo lo demás. Al aceptar a la persona con autismo tal y como es, la persona gana auto-confidencia y aprende a apreciarse a sí misma.
 
2. Aprenda acerca de sus problemas sensoriales o dificultades y esté dispuesto a acomodar el ambiente para esa persona. La persona con autismo apreciara el tiempo y esfuerzo que usted se toma para lograr esto. Por ejemplo, sí la persona autística tiene problemas de sensibilidad a ciertos sonidos, entonces es mejor reunirse con él en un ambiente callado, tranquilo, donde no hay una gran cantidad de ruidos o bebés llorando. También, si usted es su amigo, no asuma que la persona con autismo desee ser abrazada. Ellos pueden no sentirse confortables cerca de usted por que usted esté usando un perfume / colonia. Algunas veces las personas con autismo tienen un acentuado sentido del olfato o problemas de defensa táctil. Ellos realmente apreciaran sus esfuerzos por ser sensitivo a estas diferencias sensoriales.

 

3. Muchos de nosotros pensamos en imágenes. Hay ocasiones en que necesitamos que nos expliquen las cosas; trate de utilizar formas visuales para explicarle las cosas.

 

4. Encuentre algo en común con la persona con autismo. Por ejemplo, a mí me encanta coleccionar cosas escritas en idiomas extranjeros Los amigos míos han estado en Europa y me han traído un periódico o un panfleto en un lenguaje extranjero, sabiendo que yo lo apreciaría. El encontrar un interés o algo que comparta en común con una persona con autismo toma un poco mas de tiempo y esfuerzo, pero bien vale la pena.
 

 

Este mapa le dio la clave al padre de un niño para empezar a valorar las extraordinarias capacidades de su hijo y creer en que tendría un futuro profesional e independiente para los niños autistas. Quizá su comportamiento y su capacidad de relación con el mundo fuera especial, pero su inteligencia, memoria y concentración eran extraordinarias.

El niño había estado ojeando un atlas unos días antes. Y lo que había dibujado era la reproducción exacta del atlas con las páginas en las que aparecería cada parte. Su padre entendió que la memoria y la capacidad de concentración de su hijo eran cualidades muy valorables y que lo hacían una persona que tendría un futuro profesional si sus peculiaridades se dejaban de considerar una minusvalía que lo excluyera de ser independiente

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Los niños en situación de discapacidad motora, presentan encefalopatías no progresivas, que pueden tener su comienzo antes del parto o durante él, o en la infancia temprana, y que obstaculiza o impide el desarrollo motor normal. Tienen una serie de características físicas, derivadas directa o indirectamente de su alteración neurológica. Logran ciertas habilidades motrices en forma más lenta y/o distorsionada e incluso es posible que no las adquieran. Además pueden tener otras alteraciones del Sistema Nervioso Central que originen convulsiones, comprometan sus sentidos especiales, su capacidad de aprendizaje y razonamiento, su conducta y sus relaciones interpersonales.


Algunas de las características del desarrollo de estos niños, son susceptibles de “mejoría” o progreso y pueden llegar a ser superadas, si se dispone de todos los medios, recursos y apoyos adecuados.

En Crisálida, el manejo terapéutico en los niños con discapacidad motora, se dirige a favorecer la organización funcional del cerebro y no solo a modificar sus cualidades motrices. Cada área se ocupa de aspectos muy particulares, pero que se complementan entre sí.

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